Santurce es un área que cuenta con una escena artística y cultural variada. Antiguamente un municipio por derecho propio conocido como San Mateo de Cangrejos, hoy día es un barrio de San Juan, ciudad capital de Puerto Rico. Quien decida aventurarse a explorarlo encontrará una rica diversidad de alternativas culturales que incluyen museos, conciertos, teatros y cines, entre otros ofrecimientos. No debe de extrañar, entonces, que hayan surgido distintas iniciativas para designar oficialmente a Santurce como distrito de las artes. Pero antes que cualquiera de las manifestaciones artísticas mencionadas, lo primero que llamará la atención del transeúnte es la abrumadora variedad de arte público casi dondequiera que se pose la vista. Esculturas, murales y grafiti se erigen rebeldes en(tre) los espacios comunes, llevándole la contraria a la dejadez y al deterioro que sufre buena parte de lo que una vez fue uno de los distritos comerciales más importantes de Puerto Rico.
La actividad económica de la zona comenzó a decaer con el advenimiento de los centros comerciales (shopping malls) en las décadas de los sesenta y setenta, prefiriendo la gente hacer sus compras en espacios cerrados bajo techo con aire acondicionado en lugar de caminar en la ciudad. El corazón de la actividad económica se movió de Santurce a la zona de Hato Rey, obligando a muchos pequeños comerciantes a cerrar operaciones. Ya para las décadas de los ochenta y noventa el deterioro en Santurce era evidente.
En los últimos años se han dado algunos esfuerzos para revitalizar la zona, concentrándose mayormente en las áreas aledañas a una de las arterias principales de San Juan, la Avenida Ponce de León. Estos esfuerzos han tomado varias formas, desde el desarrollo de proyectos de vivienda, infraestructura y comercio hasta actividades multitudinarias al aire libre. Sin embargo, el efecto real en muchos casos ha sido la eliminación de comunidades enteras, dando paso al aburguesamiento (gentrification) de las áreas que buscan impactar.
En parte como respuesta a esto, han surgido iniciativas desde la comunidad artística para contrarrestar tanto el abandono de Santurce, como la apropiación del futuro de la zona por intereses cuyo fin principal no es necesariamente ayudar a las comunidades del área. Estas iniciativas de arte público son clave para el esfuerzo de revitalizar a Santurce. Aunque no son necesariamente iniciativas gestionadas por miembros de la comunidad santurcina, cuentan con el apoyo y la participación de ella.
Dos de los ejemplos más exitosos son los festivales de arte urbano Los Muros Hablan y Santurce es Ley. Ambos festivales han logrado repercutir más allá de las fronteras nacionales y son directamente responsables de la proliferación del muralismo en los lugares públicos en Santurce. Los dos festivales tienen como atracción principal la creación de murales por artistas locales y del exterior en paredes de edificios deteriorados o abandonados, e incluyen también música, representaciones teatrales, quioscos de comida y paneles de discusión en el caso de Los Muros Hablan. Artistas del muralismo internacionalmente reconocidos han participado de los festivales, dejando sus obras en las paredes de edificios de toda el área.
Santurce es Ley comenzó como una idea del artista Alexis Busquet, dueño del espacio Clandestino 787, para contribuir a mejorar Santurce. En 2013 el festival celebró con mucho éxito su cuarta edición, incorporando a artistas puertorriqueños y a artistas provenientes de países tales como los Estados Unidos, la República Dominicana, Perú, Portugal y Ucrania. Pero lo verdaderamente genial de Santurce es Ley es que se llevó a cabo en una de las calles más ignoradas de Santurce, la Calle Cerra, convirtiéndose así en un agente de cambio real para la comunidad. La acogida entre los residentes del área fue sumamente buena, inspirándolos a continuar esforzándose por mejorar la calidad de vida en su vecindario, el cual en su momento llegó a ocupar un lugar prominente en la industria musical de Puerto Rico como centro de producción disquera.
Los Muros Hablan ha sido un caso particularmente exitoso. Su fin es similar al de Santurce es Ley, pero se diferencia de aquel en que también se comenzó a celebrar el festival en el vecindario de El Barrio en la ciudad de Nueva York. La encarnación neoyorkina de Los Muros Hablan es organizada conjuntamente por La Respuesta (un espacio cultural en la avenida Fernández Juncos en Santurce donde convergen distintas corrientes artísticas alternativas y de la escena indie) y El Museo del Barrio en Nueva York, con apoyo del gobierno local de la ciudad. Al igual que su contraparte puertorriqueña, Los Muros Hablan: New York busca reunir artistas locales y latinoamericanos para rescatar espacios públicos perdidos y deteriorados.
Más allá de ser meramente un festival, Los Muros Hablan es el reflejo de una realidad que Puerto Rico vive actualmente: la emigración masiva de puertorriqueños hacia el exterior, particularmente hacia los Estados Unidos.
Las olas de emigración no son nada nuevo en la historia del país. A principios del siglo XX se dio una emigración masiva de puertorriqueños hacia Hawái, y luego en la década de los setenta se dio otra hacia ciudades como Nueva York y Chicago. Sin embargo, con la cantidad de gente que se ha ido en los últimos diez años en busca de oportunidades de empleo, es la primera vez que el número de puertorriqueños en el exterior sobrepasa el número de puertorriqueños en la Isla.
No es casualidad que los proyectos de arte público sean un vehículo tan efectivo para tender puentes entre la Isla y la diáspora. En momentos en que las comunidades puertorriqueñas son amenazadas por la fragmentación, tanto a nivel micro como macro, por fuerzas de índole económica, el arte público es un medio poderoso para conservar y estrechar lazos de identidad cultural y de solidaridad social, de retomar los espacios de la ciudad y humanizarlos, devolviéndole su función de servir como lugares de encuentro, puntos de referencia o sencillamente romper con la banalidad del entorno urbano. El urbanista Edwin R. Quiles Rodríguez lo expresa de la siguiente manera:
Puerto Rico tiene un gran déficit de espacios públicos. A falta de opciones recae cada vez más en la propia gente, en los grupos ciudadanos dar respuestas a sus necesidades, crear sus propios lugares. Solo el atreverse a actuar, a reclamar territorios, hará esto posible, solo la solidaridad, la concertación y la acción colectiva permitirán que se sostengan y se mejoren. Ya se ha dicho, las ciudades se hacen de muchas maneras, a veces con, a veces sin permiso, pero siempre con creatividad.